jueves, 24 de diciembre de 2020

NOCHEBUENA (cuento corto de Francisco García Oblanca)

 Hoy quiero compartir con todos-as vososotras-os este cuento corto que ha escrito mi cuñado, algún día y espero que sea pronto publicara su recopilatorio de cuentos cortos y sus maravillosos escritos.

Con el os deseo a todos-as una maravillosa Nochebuena y Navidad que venga cargada de SALUD y ponto  volvamos a abrazarnos

TODAS LAS NOCHEBUENAS

Era veinticuatro de diciembre y mientras en los hogares las familias se afanaban en preparar la cena para esta extraña Navidad, yo acurrucado en la cama en posición fetal, era incapaz de contener el llanto. Tras dormir, no sé cuánto tiempo, desperté abotargado y me dirigí a la cocina con la esperanza de encontrar a mi abuela enfrascada en la elaboración de la cena. Sólo hallé el vacío, el silencio y una sombría soledad que comenzó a corroer mis entrañas con una pena culpable. Yo los había matado. Mi inconsciencia me había arrebatado a los seres que más amaba: mis abuelos. Ellos me habían criado tras la muerte de mis padres en accidente, siendo niño. Los adoraba, eran mis grandes referentes. Me habían educado en la responsabilidad y en el trabajo. Todas sus enseñanzas las tiré por la borda aquella noche para no aparecer como un bicho raro entre mis compañeros.
Cuando lo hice me veía cargado de razones para asistir a aquella maldita fiesta. Al salir eché de menos la mascarilla, la había perdido en algún momento. Pasé la semana siguiente rezando para que mi estupidez no tuviera consecuencias, pero las tuvo. Diez días después ambos estaban ingresados. Al poco fallecieron. Mi vida se derrumbó; comencé a purgar en uno de aquellos infiernos de culpa que relataba Dostoievski en sus novelas. No era para menos, había matado a las dos personas que más adoraba. Seguro que era culpa mía, en mi casa apenas entraba nadie más. Los remordimientos me hicieron plantearme incluso el suicidio: no sonaba mal quitarme de en medio para dejar de arrastrar una vida y una culpa que pesaban demasiado. Pasados unos días, intentando agarrarme a un clavo ardiendo, se me ocurrió que tras la cuarentena nadie me había hecho una PCR de esas para ver si tenía anticuerpos, así que me la hice en un laboratorio privado y aún estaba a la espera de unos resultados que no acababan de llegar. Con esta segunda o tercera ola, todo funcionaba fatal. ¿Qué importaba ya? Para mi estaba claro: yo había llevado la muerte a mi casa.
Volví a la cama con la esperanza de que el mundo, conmigo dentro, desapareciera del mapa. La suave voz de mi abuela me despertó: “Anda Nin, ven conmigo” Nin era su apelativo cariñoso, abreviatura de Juanin. Al abrir los ojos allí estaban los dos, mi alegría se desbordó y me agarré con fuerza a la mano de aquellos adorables seres, que resplandecían como las vírgenes de los cuadros, y juntos nos elevamos. En pocos segundos estábamos en el salón de casa celebrando dichosos la Nochebuena de dos mil diecinueve. Disfrutamos de la escena durante unos minutos y luego, sin decir una palabra, volamos de nuevo para llegar al mismo lugar, sólo que en otro año distinto.
Esa Nochebuena estaban mis padres y yo era un niño que cantaba villancicos, acompañado de una pandereta, mientras cuatro maravillosos seres me hacían los coros. Luego, en apenas otro vuelo, todo se cubrió de tristeza: el salón ya no parecía el mismo. Ahora éramos dos adultos y un niño los que intentábamos celebrar una Nochebuena con la pena de la muerte de mis padres pegada a nuestras espaldas. Volamos de una celebración a otra y, mucho después, llegamos a mi habitación donde me arroparon como cuando era niño y sentados, cada uno a un lado de la cama, mi abuela comenzó a hablar:
─Mi querido Nin, no nos gusta verte sufrir y a tus padres tampoco. Ellos hubieran querido venir a ayudarte, pero sólo a nosotros, que aún somos unos recién llegados al Más Allá, nos ha sido concedido poder acudir a consolarte en esta noche tan especial. Juntos hemos hecho un largo peregrinaje por las Nochebuenas de tu vida para que recuerdes que, aunque algunas sean tristes y otras alegres hay que celebrar cada una de ellas porque La Natividad se produce en todas y eso las hace igual de importantes. Eres un buen muchacho con un corazón bondadoso. Cometiste un error, es cierto, pero va en nuestra naturaleza humana que esas cosas puedan pasarnos, lo importante es reconocer nuestros fallos, afrontar las consecuencias, sean cuales sean, y seguir adelante aprendiendo de los errores cometidos. No tienes la culpa de lo que pasó, no te atormentes. Recuerda que tanto tus padres como nosotros estaremos en tu corazón y nunca te abandonaremos, nuestro amor te acompañará siempre allá donde vayas porque te queremos por encima de todo.
El persistente sonido del timbre me sobresaltó. Al abrir la puerta descubrí a una linda muchacha cuyos hermosos ojos bailaban alegres por encima de la mascarilla:
─Hola, soy del laboratorio. No sé si te acuerdas. Tus pruebas se han retrasado un poco y por eso he decidido acercártelas, para que no tengas que seguir en la incertidumbre hasta el lunes.
─Te lo agradezco mucho, sobre todo por tomarte la molestia en días tan especiales como estos.
─¿Puedo pedirte un favor? ¿Te importaría compartir conmigo el resultado? No me gustaría quedarme con la intriga después de traértelas hasta aquí.
La miré un poco extrañado por la petición, pero procedí a abrir el sobre. Al ver aquel “negativo” mi corazón saltó de júbilo, y en ese momento de alborozo me abracé a ella como si fuera un condenado a muerte al que acaban de indultar. Al deshacer el abrazo me disculpé; ella dijo que no tenía importancia y, tras unos segundos de vacilación, se alejó escaleras abajo. En una pequeña fracción de tiempo reaccioné y salí corriendo hasta alcanzarla:
─Perdona, ya que has sido tan amable creo que lo mínimo que puedo hacer es invitarte a un café o a una copa.
─Vale. Ya sabes dónde trabajo. Normalmente salgo a las seis.
Nos despedimos con un “hasta pronto” y corrí hacía mi casa para volver a saltar de alegría nada más cerrar la puerta. El negativo de las pruebas era una noticia fabulosa, pero el sí de la mensajera tampoco estaba nada mal.
(Francisco García Oblanca)



jueves, 17 de diciembre de 2020

Cajas Recicladas

 Hoy toca reciclar unas cajas que tenia guardadas mi hermana de unos ricos dulces de Astorga y cuando me lo propuso dije ...hecho


Como podéis ver es madera de ocume bastante fina, a la que lo primero le di un lijado fino y después aplique dos manos de pintura a la tiza en color mint

Una decoración a base de puntillas y pintura y un resultado peculiar

jueves, 10 de diciembre de 2020

Centros de Navidad 2ª parte

 y continuando con los centros de Navidad y utilizando trocitos de naturaleza(ramas de pino azul y hojas varias ) así como reciclando materiales varios asi me han quedado.




                             este se ha ido con mi hermana, algo que nos une esta Navidad distinta


                                                                              


este se ha ido con mi hija Lorena para Madrid ,otra manera de estar a su lado cada dia en unas fiestas que no estaremos tan juntos como otros años



          y este se ira con una persona muy especial en mi vida y a la que quiero muchísimo, 

              este es el tuyo Paquita

          

UNA NAVIDAD A OSCURAS

 Carol tenía que escribir un cuento de Navidad, pero no tenía ganas. Sus padres 

habían perdido el trabajo y apenas tenían dinero, se había peleado con su 

hermano, la televisión y los periódicos estaban llenos de guerras y malas 

noticias… Ella era con mucho la mejor de su escuela escribiendo y había sido 

elegida para el concurso nacional, pero le daba igual.

- ¡A la porra con la Navidad! Escribiré un cuento de terror.

¡Qué magnífico cuento de terror! Estaba tan inspirada que escribió hasta bien entrada la noche. Pero poco antes de terminar su historia, la compañía eléctrica cumplió su amenaza y cortó la luz ¡Qué rabia! Carol se desesperó. No conseguiría acabar a tiempo la mejor obra de su vida. Una vez más, todo salía mal, y la pobre niña rompió a llorar en su habitación a oscuras.

Lloró durante largo rato, hasta que una pequeña luz apareció en la habitación, flotando en el aire, haciendo círculos. La niña secó sus lágrimas, emocionada ¿Será un ángel, una hada, un duende, una estrella mágica? Nada de eso. Al acercarse solo pudo ver una pobre y triste luciérnaga

-¡Arrrrg, nada me sale bien!

Pero había que reconocer que descubrir aquella pequeña luz había sido emocionante, y además le dio una idea. A falta de velas y electricidad, tomó un pequeño farolillo y salió fuera. Entonces atrapó unas cuantas luciérnagas, las puso en el farolillo, y con la débil luz que emitían pudo completar su historia. Por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz.

Tan contenta estaba, que comenzó a bailar y dar gracias a su pequeña luciérnaga. Y fue entonces cuando comprendió que no podía mandar a a la porra la Navidad, porque el oscuro y triste mundo que tan poco le gustaba también necesitaba una pequeña luz que le diera un poco de alegría y esperanza.

Y, sin importarle las horas, Carol juntó toda la alegría y la esperanza que le quedaban en el corazón para vestirse con una gran sonrisa y escribir un precioso cuento de Navidad que conmovió a cuantos lo leyeron. Su cuento se extendió de tal forma por todas partes, que aquel año fueron millones las personas que llevaron un poquito más de luz al mundo y, por primera vez en mucho tiempo, los periódicos no tuvieron malas noticias que contar. Y aquel 25 de diciembre todas sus portadas no tuvieron más remedio que abrir con un mismo titular: ¡Feliz Navidad!   

                                                                                                             Pedro Pablo Sacristán 

y con este precioso cuento me despido hasta el próximo jueves

Un millón de abrazos llenos de energía positiva

 Gracias por acompañarme y sed muy felices

jueves, 3 de diciembre de 2020

Centros de Navidad

  Este año para todos atípico y para mi que me traslade al campo el 11 de Marzo y aquí sigo un tanto aislada y disfrutando de la naturaleza

 Para estos centros de Navidad, reciclo cosas que tenia guardadas por casa y otras recogidas del campo

¿Me acompañáis?


Unas bandejas de cartón  de algún rico dulce de pastelería que tenia guardadas, una tira de espumillón que he cortado en cuatro trozos a la medida de cada bandeja, unas  piñas grandes que he cogido en el campo en mis paseos, y unas hojas que recogí porque me gustaron sin saber que hacer con ellas y que he decidido utilizar.


Y siguiendo con mis paseos también  cogí piñas medianas y mas pequeñitas
Las mas pequeñitas un paquete de colores que compre a mis piratillas el año pasado y tenia guardadas.
Las hojas plateadas una rama guardada de ni se cuanto tiempo que apareció haciendo limpieza  en esta  casa y también otra verde con bolitas rojas.

y ahora empiezo a montar y jugar con lo que tengo y ver que mas añado...jejeje

Todo esta pegado con silicona caliente y todo tiene su destino



hoy os enseño el mío(el próximo jueves los otros tres) que aquí podéis ver algunos trozos y le he añadido unas estrellas que tenia, dos pajaritos que he comprado y unas ramas del pino azul que tengo en el jardín


                        He disfrutado mucho de cada momento y ya sea solos mi pareja y yo o con la familia es seguro que lo vamos a disfrutar a tope estas fiestas distintas a las de otros años


CUENTO DE NAVIDAD JUNTO CON VALORES En una pequeña ciudad había una sola tienda que vendía árboles de Navidad. Allí se podían encontrar árboles de todos los tamaños, formas y colores. El dueño de la tienda había organizado un concurso para premiar al arbolito más bonito y mejor decorado del año y lo mejor de todo es que sería el mismo San Nicolás quien iba a entregar el premio el día de Navidad. Todos los niños Felices junto a sus padres y amistades de la ciudad querían ser premiados por Santa y acudieron a la tienda a comprar su arbolito para decorarlo y poder concursar. todos enamorados de aquel árbol de navidad. Por su parte, los arbolitos se emocionaban mucho al ver a los niños y decididos a ser el elegido, les gritaban:¡A mí. . . a mí. . . mírame a mí¡ Cada vez que entraba un niño a la tienda era igual, los arbolitos comenzaban a esforzarse por llamar la atención y lograr ser escogidos. ¡A mí que soy grande!. . . ¡no, no a mí que soy gordito!. . . o ¡a mí que soy el mas chiquitito.
                                         (Mary Carbajal)









Nos vemos pronto

Nos vemos pronto Feliz verano                                                                       Un millón de abrazos