sábado, 15 de noviembre de 2014

Comparto como calcular el precio de la ARTESANIA (http://proyectoalegria.com/blog/)

En el blog de " tu lo sueñas nosotras lo creamos" explican muy bien como calcular el precio de la ARTESANIA...la realidad es que la calculamos mucho por depajo. 

  Tu lo sueñas nosotros lo creamos


Calcular el precio de la artesanía

La realidad es que la mayoría de los artesanos vendemos muestro trabajo por menos dinero del que vale. Y es que por lo general todos aquellos que nos dedicamos a realizar trabajos artesanales una vez terminamos una pieza solemos ponernos delante de ella y pensar: ¿cuánto pagaría alguien por ella? pero al final ponemos el precio que podríamos pagar nosotros, que dado que estamos malvendiendo nuestro trabajo, suele ser poco.
Cuando se empieza a comercializar lo que uno lleva haciendo toda la vida gratis para familiares, amigos y conocidos, los precios suelen ser uno de los quebraderos de cabeza principales, ¿a cuánto lo vendo? y cada nueva creación nos supone el mismo problema.
Hace poco leímos el caso de una artesana joyera que contaba que uno de los anillos que vendía en su web tenía bastante éxito, hasta el punto en que había días que se pasaba 10 o 12 horas delante de su mesa de trabajo elaborándolos para poder hacer frente a la demanda, así que estaba agotada pero muy feliz pensando que finalmente iba a ser posible vivir de lo que le gustaba… Hasta que un día le llegó su extracto bancario y se puso a echar cuentas.
Resulta que a pesar de trabajar jornadas interminables y de no tener días libres desde hacía meses, no ganaba suficiente dinero para sobrevivir. ¡¿Pero cómo podía ser esto posible?!
Así que se puso a investigar y descubrió que existía una fórmula matemática avalada por profesionales de las finanzas y utilizada por muchos artesanos exitosos para calcular el precio de los productos artesanales, y que por supuesto ella no la estaba empleando para calcular sus precios de venta.
Cuando aplicó la fórmula a su trabajo se dio cuenta de que había estado regalándolo, literalmente, así que en un arranque de valor (y agotamiento, suponemos) decidió doblar el precio del exitoso anillo.
El resultado: un gran descenso en las ventas, claro, y a pesar de ello, a pesar de vender la mitad de anillos que antes (y por lo tanto de trabajar jornadas mucho más razonables) estaba ganando más dinero.

Esta es la fórmula matemática:

Coste de los Materiales + Horas de Trabajo + Gastos + Beneficio = Precio Mayorista.Precio Mayorista x 2 = Precio de venta al público
Y ahora os veo a todos/as haciendo  cuentas y debatiéndoos entre poneros a llorar o tener un ataque de risa histérica al ver el resultado. Hemos estado ahí y aún tenemos la cara de susto que se nos quedó :-)
Para hacernos conscientes de que cada parte de la fórmula es necesaria e imprescindible si queremos conseguir vivir de nuestro trabajo, lo mejor es pararnos a pensar en cada una de las partes de la misma.
Coste de los Materiales
Hay que asegurarse de tener en cuenta todos los materiales que utilizamos, hasta los más pequeños, por ejemplo para el que cose es habitual calcular el precio de las telas pero no el de los hilos o en nuestro caso calcular el precio de madera y pinturas pero no el de las hojas de lija, los productos para limpiar los pinceles y otro largo étcetera. Tampoco hay que olvidarse de los gastos de embalaje que en algunos casos pueden ser sustanciosos.
Horas de Trabajo
Si alguien nos ofreciera una trabajo y nos dijera que va a pagarnos 4 euros la hora, ¿qué pensaríamos? ¡P*** sinvergüenza! probablemente.
Pues ya que vamos a ser nuestros propios jefes intentar ser un jefe justo debería ser una de nuestras prioridades.
Y no nos olvidemos de que al contrario de lo que sucede en las empresas, un artesano no es solo “modista”, “pintor” o “ebanista”, un artesano además hace funciones de contable, encargado de marketing, administrativo, dependiente, comercial, fotográfo y unas cuantas profesiones más. Por eso es importante sumar también todo el tiempo que dedicamos a esas otras tareas cuando lleguemos a esta parte del cálculo.
Si no tenemos ni idea de cuánto puede estar ganando un profesional que trabaje para una empresa desarrollando un trabajo parecido al nuestro hay que realizar una pequeña investigación que se puede hacer fácilmente online, y una vez que lo averigüemos, ¡no pagarnos menos de lo que les paguen a ellos!
Otra forma de hacer este cálculo más modesta y tal vez más práctica y que es la que aplicamos por estos lares sería: ¿cuánto dinero necesito que entre en casa para poder mantenerme? alquiler + recibos + comida… y luego esa cifra la dividimos entre las horas que queremos trabajar al mes.
Y aquí es importante la parte queremos, porque ¿hemos cambiado nuestra vida por una mucho más modesta para trabajar 10 horas al día en vez de las 8 que trabajábamos antes? la respuesta en nuestro caso es clara, NO.
Nosotros hemos hecho infinidad de cambios en nuestra vida no solo para poder hacer lo que nos gusta sino para poder pasar más tiempo con el muso, así que nuestro objetivo son jornadas de 6 o 7 horas de trabajo diarias que nos permitan compaginar nuestra vida profesional con la personal; y como nos encanta lo que hacemos, no nos importa si hay días en que trabajamos 10 horas ni tampoco hacemos distinciones entre lunes, miércoles, domingos o festivos, de lo que se trata es de calcular unas jornadas razonables que nos permitan vivir la vida que queremos y pasar tiempo con las personas que amamos.
Basándonos en esta fórmula este podría ser un ejemplo de “salario”: necesito ganar 1.200€ mensuales / 150 horas que quiero trabajar al mes = tengo que pagarme 8€ por hora de trabajo.
Gastos
¿Cómo calcular la infinidad de pequeños y grandes gastos que supone cualquier negocio? electricidad, libros o cursos para mejorar en lo que hacemos, cuotas de la página web, tarjetas de visita, impuestos, gasolina o billetes de metro cada vez que nos desplazamos a comprar materiales o a hacer gestiones… ¿Cómo sumar todos esos gastos y conseguir una única cifra que añadir al precio de los productos?
La solución más sencilla es anotar todos los gastos que supone tener el negocio “abierto” un mes cualquiera: cuotas de internet, material de oficina, suministros, etc. y luego dividirloentre el número de artículos que podemos crear en un mes (trabajando las 6 o 7 horas diarias que hemos comentado antes).
Hay que pensar además en el tiempo de vida útil de la maquinaria que utilicemos, por ejemplo ¿cada cuántas prendas hay que reponer la aguja de la máquina de coser? Tenemos que tratar de adelantarnos a las inversiones que tendremos que hacer a corto-medio plazo para que nuestro negocio siga funcionando: un ordenador nuevo, una máquina de coser, otra lijadora etc. e incluirlas en nuestras cuentas.
Lo normal es no tener ni idea de todos los pequeños gastos que conlleva el tener un negocio,  así que lo mejor es ir anotándolos todos durante un tiempo y luego volver sobre este punto para hacer las cuentas de nuevo.
Y para hacer esta parte bien y con perspectiva hay que imaginarse esta situación: “Sra. López, este mes para desarrollar su trabajo ha usado usted 3 bolis, 1.000 folios, 50 kwh de electricidad, X Gb de ancho de banda, 1 tippex, 2 rollos de papel higiénico y sumo y sigo, así que le corresponde a usted pagarle a la empresa 88 euros de su sueldo”
¡¿Me diga?!
Tengamos en mente que en todas las empresas hay una partida en los presupuestos para este tipo de gastos; los bolis, ordenadores, el recibo de la luz o el papel para las impresoras no salen del beneficio de la empresa ni por supuesto se les descuenta del sueldo a los empleados.
Beneficio
Aquí hay que ponerse serios y pensar: ¿qué espero de mi negocio?  La respuesta de la mayoría de nosotros será sin duda poder vivir, por modestamente que sea, haciendo lo que me gusta.
Y nosotros coincidimos, pero tenemos que ir un poquito más allá porque de nuestros negocios dependen nuestras vidas y las de nuestros hijos, por ello hay que tratar por una vez de pensar como empresarios (empresarios de los buenos, por supuesto).
Quiero poder llevar a mis hijos de vacaciones. Quiero poder comprarme una furgoneta que me haría la vida y el trabajo mucho más fácil. Quiero poder pagarme ese curso que me muero por hacer. Quiero que mis hijos puedan ir a esa escuelita maravillosa. Quiero poder hacerme un plan de pensiones…
El cálculo de un beneficio para nuestros pequeños negocios es la clave para que podamos conseguir estas cosas. Todas las empresas tienen beneficios y las que no los tienen, cierran. De hecho, la simple previsión de que no obtendrán beneficios en un futuro próximo les da derecho a despedir a los empleados sin indemnización. Que no se nos olvide.
Calcular un margen de beneficio a tus precios es además fundamental para que puedas hacer descuentos, rebajas, ofertas especiales, etc. ¡Sin él cualquier descuento lo estarás haciendo sobre tu “sueldo”!
Y seguimos….
La mayoría, llegados a este punto, vemos que el precio de mayorista que nos da la fórmula ya es mayor que el precio final por el que nosotros vendemos nuestros artículos :-O
Igualar nuestro precio de venta con el precio de mayorista tampoco es solución y he aquí los 3 porqués principales:
1- Estamos en desventaja si conseguimos grandes ventas.
Imaginemos que una clínica infantil se pone en contacto con el Proyecto Alegría para encargarnos 25 ventanas con las que decorar algunas estancias, por supuesto tendríamos que hacerles un buen descuento, un precio de mayorista, pero como ese es el precio al que ya estamos vendiendo nuestros productos resulta que el descuento que les aplicásemos nos lo tendríamos que quitar del beneficio (el muso ya puede irle diciendo adiós a la escuelita) e incluso probablemente del “sueldo”. Es decir trabajaríamos 3 meses como locos y a lo mejor no nos llegaba ni para comer, así que tendremos que declinar el encargo.
La situación es peor si es una tienda la que nos quiere hacer un encargo para “revender” nuestros productos; los precios de venta de los comercios suelen ser el resultado de multiplicar el precio al que han comprado ellos el artículo (precio mayorista) x entre 2 y 2,5. Es decir, aplican entre un 100% y un 150% de margen al precio de nuestros productos. (En el caso de los productos artesanales, la mayoría suele aceptar un 30%). Pero antes de llevarnos las manos a la cabeza exclamando ¡ladrones!, parémonos a pensar que ellos también tienen unos gastos y sueldos que cubrir y unas rebajas que ofrecer a sus clientes.
Por lo tanto si no calculamos bien nuestro precio de mayorista y minorista no podremos acceder a este tipo de grandes ventas porque sencillamente no nos saldrán las cuentas.
2- Vender nuestros productos al consumidor final con precios de mayorista perjudica a todos aquellos que venden sus productos a un precio justo.
Está claro y ya lo hemos dicho en más ocasiones , los principios y la ética muchas y tristes veces tienen que supeditarse a tener el estómago lleno y las facturas pagadas, pero no por ello deja de ser cierto este punto.
Vender por debajo de un precio justo nos perjudica a todos y nos convierte tristemente en competencia desleal :-(
3- Podemos salir perdiendo en las comparaciones.
Los clientes que comparen nuestros precios con los de aquellos que venden algo similar por un precio “real” por supuesto pueden pensar que el otro es un carero, pero también podría ser que pensaran que nosotros utilizamos peores materiales, que lo del handmade que anunciamos es un fraude y en general que nuestro producto es de peor calidad.
Nuestros clientes potenciales pueden ser muchos y variados y sobre todo no todos tienen por qué estar en una situación económica como la nuestra.
Nosotros en este momento no podríamos comprar una de las ventanas que hacemos, pero tampoco podemos pagar la entrada para ir a ver un musical, comprarnos un coche u otras tantas cosas y servicios más que se venden todos los días (porque hay gente que sí puede pagarlas).
¿No os ha pasado alguna vez que buscábais un regalo para alguien y cuando parece que habéiss encontrado algo perfecto os dais cuenta de que el precio es bastante más bajo que el presupuesto que os habíais fijado y entonces decidís que no, que no lo compráis porque es muy poca cosa?
Pues esto nos pasa muchas veces a los artesanos, por querer llegar a un público mayor podemos perder a esa otra sección del mercado, tal vez más pequeña pero no por ello inexistente, que sí puede pagar lo que deberían costar nuestros productos.
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Y si hemos seguido todos los pasos y vemos que el precio final que nos da la fórmula nos parece exagerado para el producto que vendemos o consideramos que ese producto a ese precio no tendrá mercado, no hay que precipitarse a bajar el precio porque esto podría suponer que nuestros negocios no sean rentables.
En vez de atacar los precios cual maníacos que es lo que hacemos todos en nuestro ansia por vender, lo que tenemos que hacer es intentar buscar maneras de hacer que nuestras creaciones valgan lo que cuestan o que su producción nos resulte más económica para que podamos bajar el precio en consonancia.
¿Qué valor añadido le podemos dar a nuestras creaciones para que valgan lo que cuestan?   ¿Podríamos comprar los materiales al por mayor para reducir los costes?   ¿Cómo podríamos reducir los gastos generales del negocio?   ¿Podríamos hacer más eficiente la forma en que creamos, por ejemplo estableciendo algún tipo de cadena de elaboración que haga que se reduzcan las horas que nos lleva elaborar un producto y por lo tanto su precio final?…
Cualquiera que sea el caso, una vez aplicada la fórmula sin duda nos resultará mucho más fácil no solo valorar mejor nuestro trabajo sino también el de los demás. Porque sin todos esos datos en mente es muy fácil ver un bolso de 30€ y “calcular” que en tela y cremallera no debe haber más de 4 euros ¡así que se están llevando 26 euros por la cara! olvidándonos de todo el trabajo y gastos que hay detrás de quien lo elabora.
Todas las cosas tienen un valor y si la persona que las compra no lo paga lo está haciendo alguien más; ya sean trabajadores explotados en fábricas textiles inmundas, nuestra salud y la del planeta en el caso de esos alimentos o artículos tan económicos pero terriblemente nocivos, o las personas a las que amamos porque las horas que trabajamos sin cobrar son horas que no pasamos con ellos y el dinero que no cobramos por nuestro trabajo se traduce en cosas que tal vez necesiten y no les podremos dar.
Por nuestra parte y aunque hemos subido nuestros precios, aún seguimos lejos de cobrar lo que deberían valer; pero en ello estamos, el conocimiento es el primer paso y tenemos toda la intención de darle buen uso y de conseguir vendernos por lo que valemos ;-)
“La historia está llena de hombres y mujeres que vendieron sus vidas muy baratas”
¿ a como sale tu hora de trabajo? 

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